domingo, 4 de noviembre de 2007

sábado, 13 de octubre de 2007

Una aproximación a la RSE

* Bajo licencia Creative Commons
(http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/ar/)

Posteado en Flog!


En los últimos años, como consecuencia del protagonismo indiscutible que asumió la empresa moderna en la nueva configuración social, caracterizada por el individualismo y la búsqueda del bienestar; se ha puesto de moda la Responsabilidad Social Empresaria (RSE), concepto que ha trascendido el ámbito empresarial para convertirse en una cuestión de interés para toda la sociedad. Y en concordancia con el dicho popular: “de la moda, lo que te acomoda”, hay tantas concepciones del término como partes involucradas, lo que produce un estado generalizado de desconcierto que muchas veces culmina en escepticismo.

El fenómeno aparece a mediados del siglo pasado, desafiando a quienes no admitían en la empresa responsabilidad alguna que no sea meramente económica, y fue evolucionando hacia un compromiso cada vez mayor de la empresa con su entorno. El paso siguiente fue la limitación de la responsabilidad al ámbito de la obligación legal o normativa, siendo su único objetivo maximizar los intereses económicos de los accionistas. Esta posición se supera al reconocer responsabilidades de orden público y social, en una primera instancia como reacción a demandas externas y luego de manera proactiva, demostrando así una mayor sensibilidad al contexto social. Una visión más integral incorpora los enfoques anteriores pero distingue además principios éticos y procesos para su puesta en práctica e instrumentos de evaluación.

La complejidad del entramado social hace que hoy convivan estos distintos enfoques, muchas veces supeditados a intereses políticos y económicos que dificultan la construcción de un marco común. Ante esta realidad, y para poder lograr un consenso ante posturas tan diversas, la tendencia natural es a buscar una definición, que nos permita diferenciar aquellos aspectos que son esenciales de los que no lo son. Si como afirma Oscar Wilde en “El retrato de Dorian Grey”, “definir es limitar”, pareciera que lo que habría que hacer es identificar el punto óptimo (límite) en un continuo entre la ausencia de responsabilidad y la tendencia hacia la responsabilidad total (posición forzada según la cual la empresa debe hacerse cargo de todas las necesidades sociales, muchas veces por el simple hecho de tener los medios para hacerlo).

No obstante, el límite, si existe, no viene dado por una cuestión externa –un mero acuerdo social como hoy se pretende-, dado que la legitimidad de una empresa no está en la obtención de una concesión del Estado o un permiso implícito de la sociedad, sino en su conformidad con el bien común. Por otra parte, si así se presenta la cuestión, es porque el análisis se realiza desde una perspectiva macro-organizacional (es decir, la empresa como un agente económico-social) que asume implícitamente ciertos supuestos pero que no los explicita. Y si bien es correcto que el alcance se determina de cara a la sociedad, es una consecuencia directa de una realidad de orden intra-organizacional, a saber: la antropología que sustenta el paradigma organizacional que se asuma como válido.

La RSE, por lo tanto, aparece como una oportunidad para reflexionar sobre el hombre mismo, donde encuentra ésta su fundamento y fin, ya que, en rigor de verdad, la RSE no es más que un medio para alcanzar un modo de ser de la empresa acorde con el modo de ser del hombre, al servicio de su desarrollo y promoción. Y es importante no desestimar esto último, porque es el que marca la diferencia entre un mero formalismo -o una actuación externa- y un compromiso genuino y fecundo del cual la manifestación externa no es más que un aspecto.

Ahora bien, ayuda a entender la esencia de la RSE, distinguir tres niveles de análisis: el personal, el organizacional y el macro-organizacional o social. Hasta este punto hacíamos referencia al tercero; pero a este nivel, la empresa no pasa de ser una caja negra que interactúa con el entorno. Más importante que estas interacciones -que se dan en un plano contractual- son los dinamismos ocultos, o las motivaciones que las provocan.

A nivel macro-organizacional o social, se entiende a la sociedad como un cuerpo conformado por distintos miembros con funciones específicas, que alcanza su mejor funcionamiento cuando cada uno de ellos se limita a realizar correctamente la función que le corresponde. Desde esta perspectiva, que adquiere su máxima expresión en las sociedades de castas o estamentarias, la empresa tiene la función de crear riqueza, dado que es el único sector productivo que sustenta la sociedad en su conjunto. Estrictamente, la RSE se define a este nivel, es decir, si hablamos del rol de la empresa en la sociedad, tenemos que partir de la empresa considerada en su “personería”, es decir, como agente social.

Sin embargo, al hacerlo, corremos el riesgo de caer en un grave reduccionismo, o como diría Pérez López, en una abstracción incompleta dado que, por los propios dinamismos del hombre, no puede entenderse cabalmente este nivel sin hacer referencia a los otros dos. De ahí que muchos intentos por hacer a las organizaciones “responsables” fracasen. La razón fundamental es que, como vimos, a este nivel sólo cabe hablar de responsabilidad legal o contractual, ya que la responsabilidad ética o moral de una empresa, es resultado de una analogía de la única forma válida de responsabilidad moral: la personal.

Sólo el hombre, en su singularidad e individualidad, es susceptible de imputación moral, como consecuencia del uso libre, racional y deliberado de sus facultades superiores: inteligencia y voluntad. La calidad ética de una organización, es en realidad una expresión de la moralidad de las acciones de todas las personas que conforman dicha organización, en especial de quienes tienen mayor alcance en sus decisiones, y de las relaciones entre ellas.

La palabra responsabilidad proviene de la voz latina “respondere”, que significa responder. El único ser capaz de responder, libremente, con advertencia y consentimiento, es el hombre. Según Alfonso López Quintás, ser responsable es responder a la llamada de los valores, que piden ser realizados; y responder además a las consecuencias de tal respuesta. Ambas formas de respuesta implican sensibilidad para los valores: la capacidad de descubrir y reconocer la fecundidad que tienen para nuestra vida al ofrecernos posibilidades de auténtico desarrollo personal.

Como el desarrollo humano solo es posible en comunidad, es en un ámbito comunitario, como por ejemplo la organización empresaria, donde las personas pueden encontrar un espacio propicio para el desarrollo de todas sus potencialidades; pero para ello, deben trascender su propia individualidad para ponerla solidariamente al servicio de la misma comunidad.

Es así como entramos al segundo nivel de análisis, que es el de mayor riqueza y desde el cual se comprende análogamente el tercero. Pero el fin sigue siendo la persona, cuya riqueza inagotable requiere para su promoción integral -tal como sostiene Martínez Echevarría- la participación en distintas comunidades, y en esa especie de “comunidad de comunidades” que es la sociedad en su conjunto. Las diversas comunidades se necesitan mutuamente para alcanzar sus objetivos, y por ese motivo asumen diversas misiones que se complementan en el entramado social.

Los tres niveles están co-implicados, y si bien se requiere de un ámbito comunitario para que se pueda hablar de responsabilidad social (la organización como comunidad de personas y la sociedad como comunidad de comunidades), es el mismo hombre quien responde, razón por la cual no se puede prescindir del enfoque antropológico como punto de partida. La RSE puede concebirse entonces como una oportunidad para impregnar a las comunidades de un verdadero y renovado humanismo, ya que, como vimos, el fundamento de la responsabilidad pertenece a la dimensión ética, que es una realidad intra-personal con vocación comunitaria.

De esta manera, ante el desconcierto generalizado, frente a tantas demandas sociales, de “a quién o qué debe responder la empresa”, la respuesta es tan simple como profunda: a los valores morales, que no es otra cosa que responder a las exigencias del mismo hombre. Así, y tal como sostiene Melé, un planteamiento ético riguroso permite una fundamentación más sólida de las responsabilidades sociales, puesta de manifiesto en la actuación concreta y personal de quienes hacen empresa.
El orden social es posible gracias al esfuerzo conjunto por mejorar la calidad de la persona, para que pueda servir a otras personas. Este aspecto no es menor, porque, tal y como sostiene Martinez Echevarría en su obra “Repensar el trabajo”, sólo cuando las empresas comenzaron a prestar mayor atención al concepto de servicio, se logró una comprensión más humana del trabajo, que repercutió en la consideración de cuestiones extraeconómicas.

Todavía estamos en camino de descubrir la plenitud del sentido del trabajo, pero ya sabemos que es una realidad que supera el aspecto eminentemente técnico o instrumental. Existe una dimensión radical y más profunda del trabajo, como expresión singular humana que se manifiesta al servicio de algún tipo de comunidad en la que vive, y gracias a lo cual el hombre se humaniza. Esta vocación de trascendencia comunitaria de la propia individualidad es un acto de libertad, allí radica su valor y de allí se deriva su responsabilidad.

De manera similar, las empresas manifiestan su responsabilidad cuando asumen un compromiso con la comunidad (más específicamente con el bien común) en las que están insertas, compromiso que no es una exigencia sino más bien una sobreabundancia, no necesaria sino voluntaria. No es el aspecto externo de una actuación social lo que da muestras de responsabilidad, sino los mecanismos, dinamismos o procesos que la generaron. En otras palabras, la responsabilidad social surge como una sobreabundancia del proceso intra-organizacional, que por ser desarrollado por personas humanas y no por máquinas, tiende a generar modos de actuación acordes con la dignidad humana y la promoción de las personas y las comunidades.

De ahí que para poder responder a las exigencias sociales, la empresa deba invertir en la promoción integral de sus integrantes, dado que existe una relación directa entre la calidad moral de los mismos y la capacidad de respuesta (responsabilidad) de la empresa. Esto significa que, la calidad moral en el nivel personal, repercute directamente en el nivel organizacional, y se manifiesta a nivel macro-organizacional como una expresión espontánea y consistente con el bien común.

Al resaltar la voluntariedad de la respuesta, indirectamente llegamos a una comprensión más completa de la palabra “empresaria”, como la capacidad de emprender. Sellés sostiene en “Antropología para inconformes”, que el empresario es el que sabe ofrecer, destacando así la oferta sobre la demanda. La responsabilidad es empresaria no sólo porque proviene de la empresa, sino también y especialmente, porque es una manifestación libre y espontánea (empresa personal) que “tiende a más”. Quien no se compromete en la búsqueda de un mayor bien para todos, es mediocre, como empresario, pero antes como hombre.

Este compromiso, no obstante, debe ser un imperativo humano. Para que una empresa pueda ser genuinamente responsable; todos y cada uno de sus miembros, de acuerdo a sus circunstancias y posibilidades, deben convertirse en emprendedores, acrecentando su responsabilidad en la consecución del bien arduo que representa construir comunidades más humanas.

Por eso mismo, si la RSE es una consecuencia de nuestro modo de ser, cualquier intento por definirla o regularla caería en un reduccionismo porque el modo de ser más propio del hombre reside en su dimensión moral, y no existe límite en lo que el hombre puede dar de sí; la búsqueda de la excelencia personal es un proceso que no se acaba, siempre es perfectible. Esto no significa que la RSE es irrestricta, sino que los límites estarán dados por razones de orden organizativo, en virtud de la prudencia personal.

En este sentido, Melé sostiene que se pueden establecer círculos concéntricos de responsabilidades, siendo las primarias las inherentes a la actividad específica de la empresa, las secundarias las que inciden en la mejora de su actividad en los grupos sociales interdependientes con ellas (los llamados stakeholders) y las terciarias las que contribuyen a mejorar determinados aspectos del entorno social mediante acciones no incluidas en la actividad concreta de la empresa.

Las responsabilidades primarias pueden sintetizarse afirmando que la empresa ha de servir a la sociedad con productos útiles y en condiciones justas, crear riqueza, procurar la autocontinuidad, respetar los derechos humanos, favorecer el desarrollo de los trabajadores, respetar el medio ambiente, obedecer las leyes justas, cumplir los legítimos contratos, y distribuir equitativamente la riqueza generada. Las secundarias buscan llevar a cabo alternativas de acción que, sin impedir el cumplimiento de las responsabilidades primarias, den lugar a unos efectos lo más favorables posibles para los diversos grupos interesados. Las responsabilidades terciarias guardan relación con las capacidades de la empresa para contribuir a resolver problemas sociales junto a otras instituciones intermedias, como por ejemplo a través de ayudas benéficas, integración de grupos sociales marginados, contribución subsidiaria a la mejora del entorno social o asesoramiento de asuntos sociales en los que la empresa es competente.

Por último, cabe destacar que la filosofía de la RSE sólo se entiende superando el individualismo que impera en la actualidad. Desde una posición individualista, la tendencia es a responder a los intereses propios, una lógica que en lugar de incrementar la voluntad de ofrecer, lleva a demandar. A modo de síntesis, propugnamos una lógica inversa, según la cual la RSE se presenta como el compromiso continuo de todos los miembros de una organización por responder de manera libre y comunitaria a las exigencias del bien común. Algún lector avisado podría alegar que esto en realidad es ética personal o empresaria, pero acaso… ¿puede ser la RSE otra cosa?.

Germán Scalzo

Bibliografía
Guillén Parra, Manuel (2006), “Ética en las organizaciones. Construyendo confianza”, Pearson, Madrid.
López Quintás, Alfonso (2003), “El libro de los valores”, Consudec, Argentina.
Martínez Echevarría, Miguel Alfonso (2004) “Repensar el trabajo”, Ed. Int. Univ., Madrid.
Melé, Doménec (1997), “Ética en la dirección de empresas”, Folio, Barcelona.
Pérez López, Juan Antonio (1998), “Liderazgo y ética en la dirección de empresas: la nueva empresa del siglo XXI”, Deusto, Bilbao.
Polo, Leonardo (1999), La persona humana y su crecimiento, EUNSA, Pamplona.
Sellés, Juan Fernando (2006), Antropología para inconformes, Rialp, Madrid”.

jueves, 1 de marzo de 2007

Movimiento "hacia", o movimiento "en" ... kinesis vs práxis, once again

Nos gusta hablar de moveRSE como un "movimiento hacia" la RSE. Consideramos que la RSE nunca llega a alcanzarse, completamente. Se trata de un camino a transitar. moveRSE es correr hacia el horizonte.

¿Cuántos pueden atreverse a negar lo anterior? ¿Acaso alguien puede decir que ha llegado a ser "socialmente responsable"? Parece evidente, que no. Si esto es así, la dinámica de la RSE, es esencialmente kinética, es decir, comprende un movimiento cuyo término está fuera de sí. El movimiento cesaría el día que se llegue a ser "socialmente responsable". Que esa sea una meta escurridiza -como el horizonte- es irrelevante aquí. Lo importante es que, si llegásemos, el movimiento llegaría a su fin. Su término es externo al movimiento mismo.

Ahora bien, ¿podemos, en rigor, más allá de la plástica de la expresión, aceptar que el movimiento RSE es kinético? Si lo hacemos, debemos a la par, aceptar que, mientras dure el movimiento, no somos "socialmente responsables". Si a esto agregamos la conciencia de que ese fin -de nuevo, como el horizonte-, siempre se mantiene a la misma distancia, pues, NUNCA seremos "socialmente responsables". Parece bastante pesimista pensar así. Quijotesco, al menos. Una causa perdida que no puede lograrse, ni mientras ni luego. ¡Cuánta frustración la del héroe de las causas perdidas!

Es que, tal vez, la dinámica RSE, moveRSE, sea un movimiento de otro orden: práxico. Una práxis es un movimiento cuyo fin está siendo logrado en el mismo movimiento. Cuando se ve, se tiene lo visto. Ver, y lo que se ve, son simultáneos, no consecutivos. Nos recuerda, Aristóteles.

En este caso, en la medida en que avanzamos en la RSE, somos ya "socialmente responsables". No es algo que lograremos... no es un horizonte ni un plus ultra. Es algo que tenemos porque lo hacemos. Naturalmente, no quiere decir esto que no se pueda lograr mayor perfección o que la máxima expresión sea inmediatamente accesible. Siempre se puede ver mejor. Only the trained eye can pierce through the fog of war.

Resulta sospechoso pensar que quien se embarca en la RSE, no es, aunque sea un poco, "socialmente responsable"... evidentemente, moveRSE no es movimiento hacia, sino en... práxis.

Mis disculpas por el horizonte arrebatado.

lunes, 26 de febrero de 2007

RSE y Negocios Abiertos?

Inauguro mi primer post, con un excelente artículo sobre RSE, de una persona que no pertenece al ámbito empresario, pero que entiende de manera holística todo lo referente a los bienes comunes y mundo digital. Ariel Vercelli es el líder del capítulo argentino de Creative Commons. Préstenle atención a su definición de RSE! Ahí va...

La responsabilidad social empresaria y los modelos de negocios abiertos

El presente artículo explora la relación que existe entre la responsabilidad social empresaria [RSE] y los modelos de negocios abiertos [MNA]. Describe cómo esta relación comienza a definir las formas en que las empresas hacen sus negocios. Específicamente, analiza cómo se articulan estos dos conceptos con la nueva gestión estratégica de los bienes intelectuales a nivel global. Responde brevemente a la pregunta: ¿existe una nueva responsabilidad empresaria que pueda codificarse a través de modelos de negocios abiertos? Finalmente, concluye con algunas ideas sobre la eticidad al momento de hacer negocios y cómo ésta comienza a influir sobre la gestión estratégica de lo bienes intelectuales dentro de las empresas.

La responsabilidad social empresaria:

Mucho se ha debatido en las últimas décadas sobre una posible eticidad al momento de hacer negocios. Vale decir, sobre la relación más o menos conflictiva que se presenta entre los beneficios de las empresas y el cuidado de algunos bienes comunes. Muchos han visto esta relación como un oxímoron, como una contradicción en los términos. Otros, sin embargo, han visto que ésta relación podía construirse de forma robusta y sin contradicciones insalvables en detrimento de estos bienes genéricos, indeterminados y de carácter común. Muchas empresas han tomando sériamente el tema.

La responsabilidad social empresaria puede definirse como la obligación que tiene toda empresa de protección de determinados bienes que tienen un carácter común. Entre estos bienes se pueden describir el medio ambiente, los bienes intelectuales, la salud, la biodiversidad, los derechos laborales, la calidad de vida o los derechos de las generaciones futuras. Con mayor o menor precisión, el concepto se basa en la idea de un desarrollo sotenible en el tiempo y procura una eticidad que se ubica más allá de los negocios, del lucro o, incluso, de las cargas legales propiamente dichas.

La RSE y los modelos de negocios:

Si bien existe un notorio abuso con el concepto, está claro que la RSE se encuentra lejos de la caridad, las donaciones o el apoyo comunitario que pueda hacer una empresa. La RSE, claramente, no es ni casual ni transitoria. Por el contrario, puede definirse como una parte constitutiva de la forma de hacer negocios de una empresa. En este sentido, la RSE es parte constitutiva de los modelos de negocios. La RSE se inserta en la toma de decisiones estratégicas de las empresas y alcanza toda la cadena de producción de valor; proveedores, socios, outsourcing, clientes.

Los modelos de negocios sirven como un mapa donde se puede observar cómo las empresas, sus proveedores y los clientes desarrollan negocios. Permiten observar cómo una empresa produce, retiene y comercia el valor a sus clientes. Además de traducir la forma de hacer negocios, su modelización también permite codificar la forma en que los negocios van a producirse. De allí que, los modelos de negocios permitan diseñar estratégicamente como serán las formas de hacer negocios de las empresas.

Los modelos de negocios abiertos:

El desarrollo de las tecnologías digitales y el crecimiento de Internet [como una red abierta, distribuida y de pares] cambió las formas de creación, producción, distribución, comercialización y regulación del valor a nivel mundial. Específicamente, cambió las formas de regulación y gestión de los bienes intelectuales. Las empresas no fueron una excepción. La producción de valor y la innovación en el ámbito empresarial comenzó a requerir cada vez más colaboración entre diferentes redes de actores y un tratamiento diferencial de los bienes intelectuales en la cadena de valor.

Estas tendencias favorecieron el desarrollo de modelos de negocios con un carácter más flexible, con un carácter más abierto. Modelos más abiertos en relación al tratamiento y gestión de los bienes intelectuales. Estos modelos abiertos no utilizan el derecho de autor sólo de una forma restrictiva, sino que hacen un uso estratégico de los bienes intelectuales para articular clientes, proveedores o competidores en la producción colaborativa del valor. Los modelos de negocios abiertos superan el dilema entre restringir o compartir, entre excluir o incluir a quienes están por fuera de la firma.

Hacia una gestión estratégica y ética de los bienes intelectuales:

Los modelos de negocios abiertos son una invitación a compartir, a colaborar y a pensar en alianzas estratégicas para hacer negocios. El diseño de negocios abiertos permite compartir y liberar estratégicamente la propia información, los bienes intelectuales, para producir valor de forma distribuida. De allí que en la gestión de los bienes intelectuales aparezca la relación entre la responsabilidad social empresaria y los modelos de negocios abiertos. ¿Existe una nueva RSE que se codifique en los modelos de negocios y se refiera a la gestión de los bienes intelectuales?

La gestión estratégica de la reserva/liberación de los bienes intelectuales comienza a ser parte de los modelos de negocios. Los modelos de negocios abiertos incluyen un fuerte componente ético en el tratamiento de estos bienes. La responsabilidad social empresaria comienza a estar presente de forma directa en las empresas que gestionan estratégicamente el valor intelectual. Así, en una parte importante, los modelos de negocios abiertos codifican esta eticidad al hacer negocios. Es una responsabilidad social empresaria al gestionar estratégicamente los bienes intelectuales.

Algunas ideas más para continuar la discusión:

La responsabilidad social empresaria sirve para recordar que las firmas deben respetar también obligaciones éticas y operativas. En muchos casos éstas son tan o más importantes que las cargas legales, administrativas o corporativas. Además de la clara conveniencia en la produccion y comercialización de valor de una forma distribuida, vía la RSE los modelos de negocios abiertos comienzan a codificar variables éticas para gestionar bienes intelectuales. El tratamiento abierto y libre en la gestión de los bienes intelectuales muestra esta nueva eticidad. La empresas comienzan a discutir y diseñar estratégicamente sus modelos de negocios pensando en libertades, formatos, estándares, licencias y, en suma, en un ambientalismo sobre los bienes intelectuales.


Fuente: Negocios Abiertos

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Derecho de Autor © 2007 Ariel Vercelli
La obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución
Artículo publicado en Negocios Abiertos
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ESRevom, reflexionar fuera de la caverna

La primera entrada define, pobremente. Las sucesivas lo harán con más precisión... pero ya sería tarde... todo hábito adquirido se revelará o aprovechará de este inicial. Ensayaré una definición.

ESRevom. Indeed, no brainer, es moveRSE al revés. Esto ya es bastante decir, pero conviene explicar. Que en un grano esté ya todo el árbol que habrá de ser, no exime a la lluvia de su ayuda.

ESRevom es la imagen -igual y contraria- de moveRSE, y una necesidad suya. Pues si moveRSE es, muy propiamente, un "movimiento hacia la Responsabilidad Social Empresaria", debe haber reposo, libertad, intimidad y persona.

Así, este espacio explora todo esto que sostiene a la RSE, sin serlo. Todos esos asuntos que son opuestos y, sin embargo, necesarios para la comprensión del tema, encuentran aquí su sitio. Podríamos decir que ESRevom es el inner world de la RSE, its real world. No porque la superficie sea falsa, sino porque es manifestativa, simbólica.

La RSE, específicamente, trata con “los encadenados”, con quienes todavía no conocen el mundo real... los que viven sumidos en “la caverna” de la acción empresaria sin sentido. Esa caverna, sólo habitada por esas sombras de lo importante que son lo urgente y el resultado. El encadenado confía tanto en la eficacia de su acción que se vuelve incapaz de comprender más allá... y, cuando falla -inevitablemente sucede-, termina inventando estadísticas, suertes y mitos which might bridge the gap entre lo real -que desconoce- y la técnica que aplica en su minúsculo ámbito.

La RSE muestra que hay un mundo fuera: un mundo de lo importante, pero no trata sobre él. Se dirige allí y lo tiene como fin. Así, RSE es política, acción social desde uno de los núcleos de gobierno más destacados que tienen hoy las comunidades, sus empresas. moveRSE trata sobre el Bien (común).

Pero mucho se vagaría sin un Norte. El Bien sin Verdad, apenas es Poder. Pero así como el Bien debe lograrse, la Verdad, hallarse. Por esto un BLOG, por esto este espejo, por esto, ESRevom... un espacio de reflexión permanente, libre, dónde la creatividad fluya y todo confluya, hacia el encuentro siempre Nuevo de la Verdad.